Francisco Javier Ferrer Martínez | 5 minutos
* Mención especial del JURADO, conciencia ecológica.
La actividad del ser humano sobre el planeta tierra ha sido tal que ha sido capaz de desviar la trayectoria evolutiva de la biodiversidad y los ecosistemas que la soportan, hacia una nueva e incierta etapa (el antropoceno), marcado por lo que muchos ya consideran la sexta extinción. Ya en 1974, muchos científicos y estudiosos de la naturaleza, como Félix Rodríguez de la Fuente, nos advertían de las nefastas consecuencias del maltrato del planeta, su biosfera y océanos, a consecuencia de la contaminación, el uso generalizado de plásticos, los vertidos agrícolas, la sobrepesca, la deforestación, etc.
Lamentablemente, sólo medio siglo después somos testigos directos de esta terrible predicción, a lo que hay que sumar los efectos del cambio climático global, que afecta a todos los niveles y escalas del planeta y la propia sociedad humana. Las soluciones para revertir esta situación las conocemos desde hace tiempo, solo hay que aplicarlas, y de forma urgente.
La protección de áreas marinas es un ejemplo real y efectivo de estas soluciones. La comunidad científica ha aportado abundante evidencia en todo el planeta que demuestra que la protección de áreas marinas, tanto costeras como oceánicas, en el largo plazo no solo beneficia a la biodiversidad marina y los hábitats que la soportan, sino que revierte muy positivamente en el sector pesquero y en la economía local. Tras 25 años desde su declaración, la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas es un claro ejemplo de esta fórmula que nos genera esperanza de un futuro más sostenible.