Magia, amor, esperanza, unión… todo, por nuestra querida mar.
Todo eso y más, es CIMASUB.
Son tantas emociones maravillosas y necesarias las que hace sentir, que siempre es un lujo y un privilegio poder disfrutar de él, año tras año, en Donostia. Porque regalos como este en la vida hay que aprovecharlos, cogerlos al vuelo, gozarlos, ser conscientes de lo importante que son, lo que nos aportan, hacia dónde nos llevan y sobre todo, agradecerlos.
Desde MATER nos sentimos infinitamente agradecidas de compartir rumbo y de poder navegar a su lado.
Gracias CIMASUB por esas imágenes de nuestra mar sumergida; de calidad excepcional, de realidad desconocida, de acuciante necesidad de conocimiento y de amor, de amor verdadero por el mar, sus habitantes y por la vida. Ese canto de amor a la vida sumergida, imprescindible en nuestros tiempos para parar, tomar conciencia, apelar a nuestro día a día y por supuesto, maravillarse pero también sentir dolor por lo perdido y su deterioro.
Nos creas amor por el mar y por la vida. Esa conexión a través de relatos que salen del alma, músicas que retumban en nuestro interior y el viaje en imágenes por este mundo desconocido, nos recuerdan que también somos parte de todo esto. Ese despertar es un paso crucial para tomar conciencia de que, de igual modo, podemos aportar en su salvaguarda. Cada cual desde su pasión y su saber hacer, actuando y trabajando por ese azul. Seremos solo una gota, pero nos recuerdas que somos una gota importante que vela por algo fundamental como es el bien común, la conservación del gran azul que permite la vida en nuestro planeta.
Y gota a gota… se crean océanos, ya lo sabemos.
Gracias CIMASUB por ese trabajo extraordinario de unión, por crear una familia que arrope todo ese amor, que converge y magnifica fuerzas y nos recuerda que somos muchas las personas en este mismo rumbo. Qué importante son las buenas compañías en aventuras difíciles, mil gracias CIMASUB por estar ahí.
Ahora y siempre: ¡¡Larga vida al CIMASUB!!